Traza de la planta en el modelo parroquial cordobés bajomedieval - DEGA | Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica

Traza de la planta en el modelo parroquial cordobés bajomedieval

Autor - García Ortega, Antonio Jesús
Director - Ruiz de la Rosa, José Antonio Manzano Martos, Rafael
Departamento - Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica
Fecha de lectura - abril/2008

Resumen

Si una Tesis nace de la necesidad de verificar una hipótesis inicial, la del presente estudio es bastante elemental: La concepción de la arquitectura suele responder a un por qué, y concretamente el de las llamadas Iglesias de la Reconquista de Córdoba podía ser común y quizás cognoscibles. A veces es bastante prosaico, pero no siempre se detecta a posteriori, y menos si nos separan de su génesi s siete siglos. Afortunadamente los edificios están ahí, y puede que sea más útil ir a ellos que a los archivos; éstos ya han sido meticulosamente examinados, pero la arquitectura no siempre se deja aprender de un vistazo, es demasiado compleja para que se aborde con una ignorancia mantenida cuidadosamente. Hace ya tiempo que Nieto (1984, 297), uno de los mejores conocedores de la Córdoba bajomedieval a partir de las fuentes escritas, lanzó el reto que ahora nuestro trabajo quiere aceptar, reivindicando a los propios edificios parroquiales como fuente en sí: “Todos los estudios que sobre el tema se han hecho –fundados muchas veces en noticias documentalmente erróneas- necesitan una revisión a fondo exclusivamente del análisis de las estructuras”. Pero incluso esta investigación es un camino con múltiples encrucijadas, de las que parten nuevas e inabarcables líneas de estudio; son además muchos los datos colaterales que se pueden tener en cuenta, la realidad arquitectónica es compleja y no se pueden dejar totalmente al margen las circunstancias culturales, sociales, económicas, artísticas, etc. No obstantes, como sutilmente apunta Venturi ([1972] 1995, 22), en la medida de lo posible se intentará hablar de arquitectura, y no de lo que rodea a la arquitectura. Debemos advertir también que pese a una aparente exposición lineal del tema –quizás inevitable- el trabajo tiene un cierto carácter iterativo, es un proceso analítico de ida y vuelta, cada nuevo paso obliga a reconsiderar lo anterior, a revisarlo bajo un nuevo prisma. El aparente final del proceso hay que entenderlo como un nuevo principio, la humilde aceptación de que todavía desconocemos más de lo que hemos podido creer saber. ¿No son éstas las miasmas actitudes y proceso que se suscitan en el proyecto arquitectónico?, ¿la investigación como proyecto?, quizás no se esté lejos de ese entendimiento… “una investigación, como un proyecto, abre ante nosotros el espacio de lo que no está predicho, de lo que, sólo a partir de ese momento, se vuelve conjetura, duda apasionada. Todo aparece de nuevo para ser leído (…) una investigación concluida es el origen hacia lo desconocido. Por tanto la investigación no tiene nada que ver ni con la quietud, ni con la llegada. En todo caso tiene que ver con la finalidad, con el camino hacia otra parte; con la nueva visión (…) no se cierra sobre sí misma (…). Otras investigaciones, facilitadas por la nueva lente rodearán a la primera y origínate…” (Morales 1996, 220-2). Sobre un extremo sí tenemos certeza, que todo empezó por un hecho histórico: el 29 de junio de 1.236 las tropas castellanas entraron en la ciudad de Córdoba. Esto provocó el inicio de una etapa de fuertes cambios en la ciudad, en paralelo con el proceso de sustitución de la sociedad y cultura islámicas por la de los nuevos pobladores. En el campo de la arquitectura religiosa supuso la inadecuación de las mezquitas como lugares de culto. Aunque como ocurrió en otros muchos lugares inicialmente se habilitarán y adaptarían para las celebraciones, con el tiempo se edificarían iglesias parroquiales, que jugarían también el papel de centro principal de las collaciones en las que se dividió la ciudad. Sus pétreos volúmenes ocres, sobresaliendo de un indiferenciado caserío, conformaron una imagen de la ciudad que ha perdurado hasta nuestros días (ilustraciones 33.1 a 33.4 –ver nomenclatura en anexo final-). Para el nuevo poblador cristiano debió suponer una empresa arquitectónica que desbordaba las posibilidades de una economía zarandeada por la guerra, los problemas socio-políticos y las frecuentes carestías. La construcción de los nuevos templos debía tener en cuenta que lo recursos eran limitados y el edificio tendría que adaptarse en su concepción a esto. No existen datos históricos fiables que nos daten su inicio aunque tradicionalmente se ha venido fechando en la primera etapa tras la ocupación castellana de la ciudad, lo que además ha propiciado su denominación como iglesias fernandinas o de las reconquista, o se las encuadró dentro de la llamada arquitectura alfonsí. En consonancia con autores como Jordano (1996, 23; 2003, 44-5) estos términos nos parecen inadecuados, ya que además de la alusión a una discutible cronología temprana, introducen otros significados ajenos al hecho edilicio en sí. El título de esta Tesis, “Traza de la planta en el modelo parroquial cordobés bajomedieval”, los elude, optando tan sólo por el calificativo de bajomedievales, deliberadamente utilizado en su ambigua acepción temporal. Y es que frente a las dudas sobre el momento funcional de las fábricas, sí que sabemos que su construcción bien pudo prolongarse durante la etapa bajomedieval; además, durante ésta la solución se repetiría con escasas variantes, constituyendo un modelo, el referente tipológico, formal, constructivo, etc… para la necesidad de contenedores religiosos. Sobre los edificios parroquiales se ha escrito, mucho, pero para nosotros lo más característico son ciertas similitudes ya detectadas por Chueca (1989, 228); ante la ardua empresa edilicia que el repoblador decidió emprender en nuestra ciudad, parece que pudo recurrir a sencillos expedientes arquitectónicos al uso en la época: “…todo se facilitaba teniendo un determinado modelo a mano, que no es otro sino el cisterciense burgalés, evolucionado con aportaciones del siglo XIII”. En esta línea Cómez (1979, 99) llega a postular la existencia de un tipo parroquial cordobés, opinión secundada también por autores locales como Jordano, Moreno y Mudarra (1197, 28). Pero al margen de cuestiones artísticas, formales o decorativas, ¿cuál es ese modelos a mano), ¿de qué carácter el referente para la organización general del edificio?, ¿el mismo sería autóctono o importado como apunta F. Chueca?. A la vista de los edificios, el propio autor nos responde en una primera aproximación: “…el modelos escogido en líneas generales es (…) templo de tres naves, sin crucero y tres ábsides, uno para cada nave; ábsides y primeros tramos abovedados, el resto cubierto en madera a la morisca, fachas de una gran desnudes típicamente cisterciense, con la única licencia, muchas veces, de elegantes rosetones” (Chueca 1989, 229-30). No obstante, el reto pensamos que sigue estando ahí, la génesis proyectual de estos edificios presenta mayor complejidad. Para dar un paso más, sin embargo, no nos pueden ayudar los datos históricos: ni la fundación, el transcurso de las fábricas o sus autorías han dejado rastro en la documentación, dificultándonos un conocimiento de los procesos de producción de esta arquitectura. Tan sólo por el contexto de la época es posible acercarse a como se abordaba el problema de la traza previa de una construcción. Pero en los siglos bajomedievales también ese proceso de diseño previo tiene muchos aspectos oscuros: ¿qué papel jugarían las bases dimensionales y geométricas operantes?, ¿existían criterios a los que respondían las medidas fundamentales o eran arbitrarias?, ¿en la planta había una voluntad de obtener determinadas proporciones para parte o en su conjunto?, ¿se proponía una traza diseñada explícitamente para cada caso o se usaban tal cual los modelos que circulaban), y en éste último caso, ¿qué carácter tenían éstos?, ¿hasta qué punto eran flexibles para adaptarlos a un solar con una problemática concreta?. También a la hora de la puesta en obra de una concepción arquitectónica, sería interesante conocer cómo se empezaba el proceso que conducía a la realización de un edificio complejo en un solar inicialmente vacío. La pervivencia en la ciudad de Córdoba de un buen número de las primeras parroquias, constituye una plataforma idónea e infrecuente para establecer una investigación sobre estas cuestiones; dentro de éstas el objeto principal será la planta de los edificios, en cuyo trazado ya están implícitas de una manera u otra las características sustanciales de lo que será el edificio, así como la supuesta deuda con el modelo o referente de proyecto. Prioritariamente se estudiará el grupo como tal, sus afinidades y posiblemente los mecanismos de diseño compartidos; el carácter de colectivo, con semejantes coordenadas espacio-temporales, es el principal apoyo de nuestras hipótesis. Tendrá carácter subsidiario, aunque indudablemente es interesante, el ensayo de éstas en cada uno de los edificios; aquí se aprovecharán las posibilidades comparativas y que su pertenencias a un mismo contexto hacen admisible la extrapolación de indicios de unos a otros.